Después de la opinión que expresé en esta sección sobre el Premio de la Feria de Guadalajara, “Las duras torceduras de un premio”, y en cuanto el comité del Premio decidió ratificarlo y entregarlo a domicilio, he estado respondiendo a preguntas de periodistas. Con frecuencia las mismas. No siempre las han reproducido completas. Por eso resumo las principales.
Mi propósito es muy simple y creo que es el problema al que se enfrentan los organizadores: ¿Cómo rescatar al Premio y a la FIL del paso catastrófico que ha dado? ¿Cómo lograr que el Premio recupere credibilidad, si eso es posible? Y yo creo que todavía lo es. Pero no de la manera en que hasta ahora lo han enfrentado los organizadores.
¿Por qué piensa que el veredicto de la Asociación que organiza el Premio FIL ha enervado aún más a la comunidad disgustada con ese Premio? ¿Qué opina de esa decisión?
Yo comprendo el argumento de la Asociación: sus miembros se inclinan a respetar la autonomía y autoridad que han depositado en el jurado que ellos eligieron. No quieren romper esa regla establecida desde el principio por ellos mismos.
Sin embargo, se equivocan en un punto clave: el tema de su reunión debería ser si revocan o no revocan la decisión del jurado. Visto así no hay salida. El tema era y sigue siendo mucho más grave: el jurado rompió una regla elemental de todos los jurados en el mundo que pretenden hacer un trabajo limpio, verosímil y honesto. Fue un jurado en el que por lo menos uno de sus miembros tenía conflicto de intereses. Y eso descalifica al jurado.
El comité de la Asociación organizadora tenía que haber extendido a cada jurado esta simple pregunta: ¿Se encuentra en situación de juzgar cada expediente sin prejuicios a favor o en contra de cada candidato? Si por lo menos uno de los jurados es o fue amante, empleado o empleador, o testigo en un juicio a favor de uno de los candidatos, como es el caso en esta ocasión, eso anula completamente el juicio del jurado. Hay un estado de prejuicio implícito que los organizadores tendrían la obligación de impedir. Al no reconocerlo, la Asociación se vuelve, no como pretende, respetuosa de la autonomía del jurado, sino terriblemente complaciente con una falta grave del jurado y elude una responsabilidad. Es un tema previo al que han querido dictaminar. La asociación del Premio FIL, en su reunión extraordinaria, no tenía que revocar la decisión del jurado, por supuesto, tenía que revocar al jurado mismo por no ser imparcial en esta ocasión.
¿Qué opina de la decisión del jurado de separar la obra plagiada del resto de la Obra?
Esa es la segunda decisión grave del jurado sobre la cual la Asociación tenía que tomar una decisión responsable y no lo hizo. Porque de nuevo, no se trataba de que el jurado tuvo una opinión X o Y sobre uno de los estatutos y de que la Asociación respete esa decisión. Se trataba y se sigue tratando de que, mucho antes de opinar a favor o en contra, el jurado “interpretó a modo”, es decir, de manera sesgada a favor de uno de los candidatos al Premio, las reglas del juego. Si el jurado no hubiera hecho esta violencia a las reglas, esta interpretación a la medida de Bryce Echenique, éste simplemente no hubiera podido ser candidato al Premio. El jurado modificó la naturaleza del Premio achicándolo, convirtiéndolo en un premio diferente para tratar de dejar fuera de la discusión una parte de la obra de la que se sabe ahora que no es del autor. Al permitir que esto suceda, la Asociación, de nuevo, está dejando pasar como si no importara un tema sustancial al Premio y desacreditándose por ello.
Por otra parte, puesto que durante más de veinte años el Premio ha sido dado a la obra completa de un escritor, sea tan sólo para una parte de la obra, la parte novelística, es leído por el público como algo tan fuera de la realidad, forzado y absurdo que el Premio sigue siendo visto como reconocimiento a toda la obra y por lo tanto como un Premio también al plagio. Si el jurado y los organizadores no quieren darse cuenta de ello están dando la espalda a una realidad de comunicación contundente.
Es hora de que dejen de ver este asunto como algo personal, aunque en parte pueda serlo para algunos, y enfrenten lo que han hecho, jurados y organizadores.
¿Cree que basta con que el próximo año cambien al jurado para remediar esta situación?
Yo creo que los organizadores no se han dado cuenta de que si no actúan cuidando al Premio desde ahora muy difícilmente podrán remediarlo después. Están perdiendo una credibilidad que han tardado muchísimo tiempo en ganarse. Y que entonces el Premio, se haga o no se haga, se entregue aquí o allá, tenga más o menos dinero, nunca será el mismo. Al cerrarse los ojos ahora sobre dos violaciones sustanciales a la limpieza de todo premio lo están arruinando.
Difícilmente se podrá creer después que entienden o les interesan las reglas sustanciales de todo jurado que ahora se violan: ser imparcial en su juicio y no modificar las reglas para favorecer a un candidato sobre los otros.
Si no hacen que se ejerzan ahora, este año, en esta premiación esquiva y bochornosa, difícilmente dejaran creer que de verdad les importan después.
Preguntamos a los organizadores, a Raúl Padilla concretamente, si Julio Ortega, quien defendió como testigo técnico en juicio legal de plagio en Perú a Bryce Echenique, tiene conflicto de intereses, y el respondió que no porque ya ha sido jurado antes. ¿Qué piensa de ello?
Creo que se equivoca rotundamente y el Premio va a padecer su falta de visión o decisión. Por una parte, puede haber sido un buen jurado para otros años y tener un grave conflicto de intereses en esta ocasión. Por otra, independientemente de la historia de servicios en el Premio de un jurado con conflicto de intereses actuales, los organizadores tienen la obligación de no hacerse de la vista gorda, enfrentar el problema que les causará decirle a un jurado su deber de imparcialidad puesto que no ha tenido la mínima vergüenza de declarar su situación conflictiva antes. Dejan pensar que hay otros intereses o miedos.
Yo suelo ser un defensor de la Feria de Guadalajara y con mucha frecuencia de todos los otros coorganizadores del Premio. Lo mismo puedo decir de varios miembros del jurado. No estoy de acuerdo en la mayoría de los calificativos que han cosechado en este asunto y discuto con ellos no sólo en público, también en privado. Pero justamente porque creo que, más allá de la mala reputación bien ganada de Bryce Echenique, el problema de cómo salvar este Premio es fundamental. Y hacerse de la vista gorda ahora, dejar pasar, posponer para el próximo año el juego limpio y el reconocimiento de errores propios y ajenos, es fatal.
¿Cree como Salvador Camarena expresó en su texto, “Adiós al Premio Fil en Lenguas Romances”, que el Premio está acabado?
Es una lectura clara y contundente sobre el segundo golpe fatídico que recibe el Premio, ahora de la mano de los organizadores. Ojalá ellos especialmente lo leyeran con cuidado y sin interpretarlo como ataque personal a nadie. Ojalá además lo consideraran seriamente y reaccionaran. La decisión que han tomado es la peor posible hasta ahora. Sacaron del mar la cabeza del ahogado para darle un vaso de agua cuando necesitaba urgente respiración de boca a boca. Y lo volvieron a tirar al mar. Todavía pueden reaccionar para salvarlo si de verdad les importa. Y no porque haya protestas públicas sino porque el jurado actuó con conflicto de intereses y acomodó las reglas para favorecer a un candidato. Como lo dije, es una falta de procedimiento previa y más grave que estar de acuerdo o no con la decisión del jurado.
Todo lo demás, todas las vergonzosas acciones y reacciones que han salido a la luz durante este caso, se derivan de estas dos primeras agresiones a la naturaleza del Premio que los organizadores no deberían permitir. De nuevo, si de verdad les importa. Del premiado no se espera ni asomo de honestidad o vergüenza. Ya no digamos de dignidad cuando le han pedido que ni siquiera se presente. Recae en los organizadores la enorme responsabilidad que no pueden dejar para el año próximo.